Me he encontrado con todo tipo de gente innovadora, desde empresarios que dicen mejorar negocios desarrollándolos y explotándolos literalmente hasta niños innovadores que sin estudiar logran plantear ideas increíbles y que a uno o más adultos han dejado sin palabras; pero ¿es eso innovación?
Aquí mi punto de vista con un poco, solo un poco, de conocimiento aplicado.
Innovación lo defino no solamente como buenas ideas o planes que generan propuestas novedosas sino que éstas deben estar materializadas y aplicadas con resultados tangibles y de alta calidad. La innovación es una acción modificadora transversal, es decir que cambia muchos procesos al mismo tiempo permitiéndonos pensar y repensar objetos o actividades a través de disciplinas que parecerían incompatibles, por ejemplo, encontrar el cómo mejorar un parque a través de la electrónica o el cómo desarrollar un zapato a través de la sociología. ¿suena familiar?
No puede existir innovación sin conocimiento… para llegar a un smart watch debimos pasar obligatoriamente por el reloj de arena. Y no es la arena sino lo que esta nos enseñó.
La innovación planteada de esta manera empieza a alejarse de ese primer párrafo que describe más a un ser creativo con cierto talento para “ver el futuro” y a acercarse más a un pensamiento científico por varias razones y aquí las que para mi son indispensables entender:
Técnicamente hablando, no teóricamente, es una acción que siempre necesita estar planificada, no se da por arte de magia y definitivamente no se da sin conocimiento, además, es muy necesario definir su enfoque de acción para que pueda operar sobre -y esto si dice la teoría-:
- la Estructura o Núcleo del objeto, producto, servicio, momento, experiencia y todo lo que se nos pudiera ocurrir,
- los Procesos
- el Contexto, ¡Sí! Claro que podemos innovar el contexto o “ambiente” en donde están las anteriores
- la Tecnología, que lastimosamente se ha convertido en producto
- la Calidad, a la que muy pocos realmente apuntan
- la Usabilidad, y el típico ¿perdón qué dijo?
- la Sustentabilidad y la Sostenibilidad
La innovación necesita definir la disciplina con la que va a operar lo que se haya propuesto, esto significa que tiene que decirnos de antemano con qué va a “repensar” los objetivos anteriores y efectivamente poder intervenir de forma sistemática con cambios y mejoramiento comprobable.
Una persona por más que consuma una gran cantidad de productos innovadores no puede decir que es innovador…
Para poner un ejemplo: el que sabe de innovación dirá: la domótica cambiará la forma en la que interactuamos con nuestros hogares, y no simplemente: haré automáticas mis persianas. No he dicho que el primero este bien y el segundo esté mal, al contrario, ambos son válidos porque el uno no tiene porque saber del otro. La diferencia está en que el primero piensa la innovación y el segundo la consume.
La innovación tiene un carácter multidimensional que nada tiene que ver con alguna propiedad metafísica que se le quiere por momentos atribuir sino que se refiere más a la utilidad final para la que se le está usando:
- La innovación como nuevo: ideas sin precedentes (intuición-inventos)
- La innovación como cambio: ideas para modificar el presente (pensamiento)
- La innovación como saber: construir ventajas que apoyen el crecimiento futuro (conocimiento)
Finalmente, la innovación, como la entiendo, puede hacer uso de cualquier disciplina para cambiar el stablishment y efectivamente tal como dice el diccionario: in-novus-tio es introducir una novedad sobre las cosas, que realmente lleguen a concretarse y que cambien nuestra visión.
La innovación cuesta y paga su peso en oro pero la verdad es que no todos estamos preparados…
Sobre si hay seres de naturaleza innovadora realmente no lo creo porque requiere, como vemos, conocimiento e investigación, se preparan ¡sí!. Sobre si se puede innovar constantemente pues las grandes empresas diseñan y costean su propio método de innovación para un par de décadas a futuro; y los emprendedores sueñan con aquello pero, siempre que tengo la fortuna de asesorarles, trato de la manera más política posible anclarles a tierra explicándoles que innovar cuesta –y mucho-, que necesitan conocer lo que más puedan estudiando y filosofando sobre el tema hasta el hartazgo, y que este proceso no ocurre de la noche a la mañana. Esto no con el afán de afligirles sino con el único objetivo de que entiendan el valor del estudio como inversión y un retorno mucho más alto como el premio a la paciencia.